sábado, 24 de diciembre de 2016

Y el Espiritu Navideño, ¿donde quedo?

Estamos a puertas de una de las fechas más importantes para los niños, La Navidad, una fecha muy esperada por ellos, sobre todo si son pequeños, y si aún creen en Papá Noel mucho mejor, sin embargo, en estos últimos días nos hemos dado cuenta que el espíritu navideño se ha perdido bastante y ahora todo está más orientado hacia el lado comercial, de repente siempre ha sido así, pero ahora que estoy del otro lado de la ecuación lo noto mucho más. Las tiendas hacen su agosto, setiembre y hasta octubre y los clientes, o sea nosotros, gastamos nuestra gratificación y tal vez algo más de lo que debemos y que no tenemos presupuestado, el uso del plástico está en su más alto nivel y las compras se hacen más por cumplir que por otra cosa.

Antes la navidad era una sorpresa para los niños, dependiendo de la costumbre de cada familia, algunos son despertados pasada la media noche y otros esperan al 25 en la mañana, como era conmigo, para bajar corriendo las escaleras y encontrar el árbol repleto de cajas y paquetes, no todos con mi nombre, pero al menos había algunos, y a esa hora de la madrugada me ponía a separarlos, pero sin abrirlos, solo para asegurarme que los tuviera más cerca. Luego de eso tenía que esperar a que alguien más bajara para poder recibir mis regalos, y muchas de esas veces me quedaba dormido en el sillón de la sala esperando. En aquellos años nunca me despertaba tan temprano, solo el 25 madrugaba como nunca.

Esta es nuestra cuarta navidad de a tres, nosotros acostumbramos recibir las 12 en la casa de los papás de Mary y el 25 almorzamos con mi familia. El tema de los regalos solo se aplica para los pequeños, así no hay mucho gasto, aunque en sentido figurado claro porque al final igual gastamos, la cosa es que nosotros compramos todo lo necesario el fin de semana luego del 15 para evitar la pelotera de gente y aprovechar la disponibilidad de efectivo, aunque desde que empieza diciembre ya se ve que el tráfico humano empieza a crecer radicalmente. Nosotros vamos a comprar las cosas juntos, incluyendo a la Bubu, ella se pasea por los anaqueles y escaparates sacando cosas y metiéndolas en el carrito de compra, obviamente no se le compra todo, pero por ahí que le liga algo. Como ella aun s pequeña, la idea de Papá Noel está en un estado de pausa, le decimos que los regalos nos los deja el en el departamento y los que les dan en las otras casas también los deja, pero es difícil que no relacione un regalo con la persona que se lo da físicamente, si tú le preguntas quien le regalo algo ella te contesta con Papi, Abu, Tata o algún otro nombre familiar pero nunca dice papá Noel. 

No sé si para el siguiente año ella nos deba acompañar a comprar las cosas, decirle que tiene que hacer su carta a Santa Claus y decirle que si ha sido una niña buena va a recibir regalos, o dejar que nos acompañe y que vea lo que realmente sucede en estas fechas festivas, que los regalos los compran personas como cualquiera de nosotros y que no existe un hombre de traje rojo y barba blanca que maneja un trineo volador guiado por renos. Sera bueno hacer que pise el suelo y sepa la verdad o que tenga esa parte de fantasía asociada con la Navidad hasta que tenga cierta edad, como sucedió conmigo cuando era niño. El problema es que la televisión y las tiendas no ayudan mucho, como todo es marketing al 1000% es muy difícil explicarle a una niña pequeña que realmente Papá Noel se encarga de todo y que los papás como nosotros solo paseamos por las tiendas y miramos las cosas sin comprar nada, ¿qué difícil dilema no creen?

PD: Este artículo no tiene ninguna intención de malograrle las fiestas a nadie en lo absoluto, solo es mi punto de vista sobre estas fechas que tanto incremento comercial tienen últimamente.

martes, 20 de diciembre de 2016

Días de Claustro

Cuando nuestros hijos enferman nosotros estamos más que al pendiente de lo que sucede, siempre queremos evitar toda posible enfermedad, infección o tratamiento longevo con nuestros hijos, porque es un desgaste impresionante de tantas cosas a la vez, y para cuando sucede, nosotros los padres, no escatimamos en nada, cueste lo que cueste, suceda lo que suceda, debemos sacar a nuestros hijos adelante como sea.

Sin embargo cuando la enfermedad nos asecha a nosotros la cosa cambia, perder la libertad y quedarse encerrado por varios días en una clínica, tratando de arreglar cualquier daño que pudiéramos estar sufriendo en ese momento, a sabiendas de que la familia está en casa y que es difícil que puedan ir a visitarnos porque podríamos causar algún daño colateral, es lo peor, más aún si tenemos niños pequeños que nos extrañan y que solo quieren estar con nosotros, saber y entender que es lo que nos sucede, porque lamentablemente no todos los pequeños comprenden las cosas tan fácilmente. 

Luego de cuatro días de encierro completo, metido en una clínica con un cuadro complejo de bronquitis asmatiforme, siendo nebulizado cada 6 horas, tomando pastillas y consumiendo otros inhaladores diversos que me ayudaron a limpiar mi sistema respiratorio, logré salir adelante. Sin embargo y dejando de lado el tema de las medicinas que son parte del tratamiento, estar atado a una cama sin poder hacer mucho es horrible. Ya lo he vivido antes, ya me ha pasado en dos situaciones anteriores donde la peor aventura fue pasar dos semanas sin poder moverme, literalmente hablando, me sentía cuadripléjico y solo con una operación a la columna me pudieron reparar, para luego pasar tres meses con descanso medico en casa sin poder cargar o jugar con mi hija, que es la peor pena de cárcel o castigo que un padre puede sufrir, no disfrutar de los tuyos es un asco. 

Cuando estas solo en este mundo es más fácil de manejar la situación, no tienes dependientes por los cuales tienes que librar batallas, en lugar de que ellos lo hagan por si solos, el nivel de responsabilidad es muy alto, sobre todo si tienes una hija pequeña, como es mi caso, la cual solo quiere estar conmigo, abrazarme y jugar, que puedo hacer si no puedo brindarle esas mínimas cosas por estar metido en una clínica, se siente fatal. Sé que hay veces que no podemos hacer gran cosa, que las adversidades están en tu contra, que Murphy si existe y que solo esta ahí para fregarte la vida, sales de una y caes en otra, sino es A entonces es B pero nunca sales bien librado tan fácilmente y el costo es alto e inmanejable, solo es cosa de agarrarte bien los pantalones y esquivar cuanta roca te caiga en el camino. 

Estar enfermo friega, estar enfermo te quita cosas, que hace cambiar de carácter, estas amargado, aburrido, hastiado de todo, solo quieres salir y seguir con tu vida, los tuyos pagan los platos rotos por ti, ellos tienen que afrontar los problemas que tú no puedes por estar enclaustrado, tu solo quieres darles todo lo que necesitan y todo lo que merecen, porque son tuyos y de nadie más, son tu responsabilidad y solo quieres estar ahí para ellos todo el tiempo del mundo, estar enfermo jode horriblemente todo, no quiero volver a tener que vivirlo pero son pocas cosas que uno puede hacer para evitar sucumbir tarde o temprano, ya sea por ambiente, polvo, desgaste físico o algún daño colateral, solo hay que cubrirse las espaldas con todo lo que se pueda llevar a cuestas y cruzar los dedos, todos ellos, para evitar un nuevo episodio de este tipo.

martes, 6 de diciembre de 2016

Tiempo en Pareja

Cuando nos enteramos que íbamos a ser papás, pensamos que las cosas no iban a cambiar mucho, sin embargo, las cosas han cambiado bastante, la responsabilidad y los tiempos han cambiado de orden, incluso nuestro tiempo de pareja se ha visto diezmado en demasía.

Cuando una pareja tiene un hijo todas las energías apuntan hacia esa nueva personita, dejas de hacer cosas por hacer otras, dejas de gastar en algo por gastar en algo diferente y así sucesivamente.

Nosotros cuando no éramos papás disfrutábamos mucho de nuestro tiempo libre y del de pareja, yo por mi parte salía bastante al cine o a comer con mis amigos, o con Mary nos íbamos a bailar o a tomar unos tragos y escuchar música en vivo o asistíamos a algún concierto. Ni bien llegó nuestra hija a nuestras vidas cambio todo eso, los primeros dos años han sido de abstinencia casi total, para mí era más fácil salir que para ella, el apego que teníamos era bastante fuerte, ni bien podíamos escaparnos o salíamos del departamento ya estábamos preocupados por si la bebé estaba bien o simplemente queríamos volver rápido.

La mamá de Mary nos ha apoyado muchísimo en ese sentido y nos sigue ayudando de vez en cuando, ella viene una vez al mes a quedarse con Mara y nosotros aprovechamos para salir esa noche, aunque sea a dar una vuelta a la manzana. No les voy a decir que está bien o mal querer salir, querer tener un tiempo propio o de pareja, para nosotros es importante tener esas pocas horas, aunque solo signifique caminar o pasear en el auto.

Ahora que Mara ya tiene más de tres años es un poco más sencillo salir, podemos dejarla dormida con la mamá de Mary, aunque no es una práctica constante, porque si salimos vamos los tres. Lo que si no lo puedo negar, si nos vamos al cine o a comer algo, pero ahora ya no somos dos, ahora somos tres y así vamos a donde sea que tengamos que ir.

En resumen y en una sola frase nuestras salidas son familiares.