viernes, 5 de mayo de 2017

Reordenando mi vida

Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

Desde hace pocos días, cuando me levanto por las mañanas, pienso en lo que sucederá en el día, sin saber si voy a volver a casa al final del mismo, no sé si volveré a ver a mi familia, no sé si en el trabajo me ira bien, si lograre cumplir con todos mis pendientes, etc., yo no lo sé, nadie lo sabe. Pero ¿Y porque ese cambio? si antes no me importaban las cosas y siempre dejaba varias de ellas para el día siguiente.

Hace unos días leí una historia, y creo que muchos ya lo han hecho, sobre un madre con un hijo pequeño, de cuatro años, que falleció de cáncer, o el otro caso donde una mamá fue a la clínica y no volvió más y que su hijo pequeño no entendía porque su mamá no regresaba. Son situaciones que nadie debería vivirlas, nadie, pero no estamos a salvo de que esas cosas sucedan, la ruleta de posibilidades sigue girando, nuestro destino no está tallado en piedra, entonces, hay que aprovechar el tiempo al máximo, reordenar mis prioridades, reordenar mi vida.

La verdad, es que yo no quisiera pasar por eso y menos que mi familia tenga que pasar por eso, pero si es que sucede, quiero tener la certeza de haber hecho todo lo posible, de haber cumplido con las expectativas de mi vida y poder decir que disfrute todo lo que pude y que los míos disfrutaron también conmigo.

Tener una familia cambia las reglas del juego de la vida, ahora tengo dos personas que dependen de mí, por quienes debo velar todos los días, por darles la seguridad que merecen, incluso el simple hecho de estar con ellos es algo importante, por más cansado que esté, aburrido, renegando del asqueroso día que tuve, del tráfico, de porque no me alcanza el sueldo, de lo que no puedo comprar, todo eso debo dejarlo afuera de mi casa, para poder entrar preparado para dedicarle a mi hija algo de mi poco tiempo libre, que disfrute conmigo de esos pocos minutos antes de que caiga dormida. Quisiera poder hacer más pero aún no puedo.

Cada noche al verla dormir pienso en si estoy dando el máximo de mí, de si estoy cumpliendo con mi rol de padre de manera correcta, de si la estoy educando como debe ser. Ya no debo pensar en que juguete le voy a comprar mañana, eso es algo temporal, debo dejar recuerdos que se queden grabados en su mente, recuerdos de felicidad, de alegría, de que su papá jugo con ella, que salimos a pasear, a comer helado, a pintarse la cara.

El tiempo que mi hija obtiene de mi es poco, el trabajo, los estudios, las responsabilidades me agobian, me estresan, me agotan, pero ahora dejo todo eso de lado apenas la veo, libero mi mente y me dedico casi de forma entera a ella. Quiero que siempre este feliz y contenta, que sepa que me tiene cerca para cualquier cosa, quiero que sepa que su papá estará con ella hasta que mis minutos se agoten.

Porque al final, uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

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